Almazeem

ALMAZEEM

Quería agradecer a todas las personas que se han ofrecido entusiasmadas, a compartir sus experiencias, desde el único deseo de que sus testimonios sirvan de ayuda, de ánimo o motivación para emprender un proceso terapéutico. Una vez leí que existe la suerte y la buena suerte. La primera, hace alusión a las oportunidades que la vida te brinda; y la segunda a la capacidad o habilidad para aprovecharlas…

A día de HOY, todas las personas que han pasado por mi consulta me han contagiado sus emociones, me han enseñado de la vida, me han respetado, me han valorado y me han colmado de buenas experiencias y sensaciones al entregarme la llave de la ilusión, del deseo y de la confianza necesaria para permitirme entrar en lo más profundo de sus almas: “Este es mi testimonio, y poder contarlo mi suerte”. ¡GRACIAS!

Vanesa

37 AÑOS

Hace unos años me encontré mal. Tenía apatía, había perdido ilusión y mi sensación era la de levantarme porque me tenía que levantar, ir a trabajar porque tenía que trabajar y así con todo el día a día. Mi familia me aconsejó ir a un psicólogo y mi hermana en concreto me habló de una psicóloga que ella conocía. Yo quería estar bien y mi intención era poner todo de mi parte. Para mí, la experiencia fue muy buena, fui a la consulta durante unos seis meses en sesiones de una hora, una o dos veces por semana, según me encontrara.

 

La psicóloga que me trató me enseñó a descubrir el o los motivos de mi estado y a través de algunos ejercicios y sus consejos aprendí a valorarme como persona y reforzarme anímicamente. Además me enseñó a saber analizar el por qué de los diferentes estados que podemos tener (tristeza, alegría, enfado) y así darle su importancia justa y poder afrontarlo. Me alegro mucho de haber buscado ese tipo de ayuda en su día.

Natalia

30 AÑOS

Conocí a Amalia cuando, por diversos motivos, tuve que mudarme a Badajoz. Dejé atrás mi familia, mis amigos; mi “zona de confort”. La ciudad entonces me pareció horrible, enorme. Me sentía sola, perdida, inmensamente triste… Y me daban crisis de ansiedad muy frecuentes y fuertes (la ansiedad, igual que otros problemas, los traía conmigo de hacía años…). Llegué a un punto en el que no podía salir sola de casa, ni estar en espacios con mucha gente; ni siquiera podía hacer la compra.

 

Desde mi adolescencia, he acudido a varios profesionales de psicología y, muy a mi pesar, nunca me sentí entendida ni ayudada. Pero decidí intentarlo… Busqué en internet “psicólogos en Badajoz”; había una larga lista. Me decanté por el anuncio más sencillo. Al llamarla, sólo con su tono y forma de hablar, ya me sentí mejor. Llegué a su consulta… preciosa, luminosa, muy acogedora; con un olor especial que siempre está ahí. Nada de muebles oscuros llenos de libros antiguos, ni mesa de despacho tipo “abogado”. Empecé a sentirme más relajada.

 

Hablé… Lloré… Y sentí una conexión especial con ella; sentí que me comprendía, que sufría conmigo y quería ayudarme. Los primeros meses fue mi terapeuta, pero la consideré también la única amiga que tenía en Badajoz; aquella a quien recurrir cuando necesitas hablar y estás sola, o no quieres contarlo. Siempre ha sido fácil contar con ella. De esto hace dos años; a día de hoy, sigo yendo a temporadas, siempre que lo necesito.

 

He superado muchísimos problemas que me surgieron aquí, otros que ya arrastraba y conocía y otros de los que ni siquiera era consciente, y también me afectaban de forma negativa… Me relaciono sin ningún tipo de problema con la gente, incluso he hecho algunas buenas amistades; salgo a la calle a diario, aunque no tenga nada que hacer; hago la compra cada semana, tranquilamente; incluso, salgo de bares (impensable hace meses). Me he liberado de miedos y cadenas que me impedían hacer una vida normal. He aprendido a aceptarme y quererme, tal como soy. A dedicarme tiempo.

 

Las crisis de ansiedad fueron disminuyendo hasta casi ser algo puntual; además, ahora cuento con herramientas de las que antes no disponía para enfrentarme a ellas. Pero, lo más importante para mí: he aprendido a quererme, y he crecido muchísimo a nivel personal. Para que una terapia funcione hace falta un buen psicólogo y un paciente con disposición; yo tenía esa disposición, y conocer a Amalia es de las cosas más importantes que me han pasado.

 

Porque lo que muchos no entienden, lo que no he querido contar a mi familia por no preocuparles, los demonios contra los que lucho (aunque sean imaginarios)… todo eso, lo he compartido con ella. Siempre me ha tratado con gran profesionalidad, pero sobre todo HUMANIDAD. Y si no fuera por su ayuda, no sé cómo estaría ahora. ¿Mi experiencia en su consulta? La mejor llamada que he podido hacer en mi GRACIAS

Manuel

40 AÑOS

He de decir que cuando llegué por primera vez a consulta, lo hice sintiéndome y estando muy mal física y psicológicamente. Me encontraba con escasa masa muscular en mi punto débil (dorso), y mentalmente tenía la sesera llena de objetos todos ellos desordenados, aparte de padecer ya un claro problema de dependencia emocional. Era una persona triste, deprimida, cabizbaja, insegura, inestable, desequilibrada, además de algún que otro calificativo negativo más.

 

Las sesiones con mi querida psicóloga, quedándome un poquito de camino por recorrer con respecto a la dependencia antes indicada, me han supuesto un crecimiento personal impresionante. He aprendido que lo más preciado para uno es su dignidad, y que ésta hay que mantenerla intacta siempre, pues con ella consigues respeto, valor y responsabilidad. Que lo más importante eres tú, y cualquier situación que tengas que afrontar, por muy dura que sea, si quieres puedes. Que no controlarás lo que hagan los demás, tampoco te hace falta, pero si lo que tú haces. Tú eres el que decides en tu vida, asumiendo tus errores y enorgulleciéndote de aciertos y logros.

 

Ir a terapia hace que te conozcas a ti mismo. En mi caso, lo emocional que soy y, por ello, muy sufridor, siendo infinitas las ocasiones en las que no ha habido conexión de ésta con la razón (mal asunto). He conseguido armas para manejarme en relaciones interpersonales que antes me daban pánico, viéndome como un chico más asertivo y no tan sumiso. Además, tengo marcados lo valores que considero necesarios en todo ser humano, y aunque me haya supuesto lagrimas y dolor, ahora detecto la negatividad apartándola rápidamente de mí. En la consulta he aprendido a que no hay que encerrarse sino hacer cosas (amigos, cine, deporte….), y que hay fuera, lo que veo cada día tras mi ventana, es bonito y merece la pena vivirlo. Que las pequeñas cosas son las que te dan felicidad, y la vida es eso “momentos de felicidad que hay que saborear”.

 

Me dejaré datos en el tintero puesto que, como dije al inicio, el crecimiento y la evolución ha sido ascendente en todos los sentidos, pero si quiero destacar sobremanera que hoy día me siento una persona “segura”. Por último, lo más importante, valioso que me ha supuesto ir a consulta terapéutica, por encima de cualquier objetivo, es la “AMISTAD” con mi terapeuta Amalia (única y especial).

Alberto

30 AÑOS

Quería describir mi experiencia en consulta como algo que cambió mi vida. Aprendí a conocerme, a afrontar las dificultades con valor, esperanza y espíritu de superación, me di cuenta que era más capaz y fuerte de lo que pensaba, que nada está perdido, que siempre hay oportunidades para salir adelante y ser feliz. Con fe y voluntad todo es posible. Yo descubrí un nuevo mundo lleno de oportunidades, de ilusión. Y a todo ello contribuyeron también los talleres y terapias en grupo, tan positivas y enriquecedoras, me hicieron sentirme a gusto, comprendido y arropado. Para terminar quisiera mandar un mensaje de esperanza, pues esas dudas y angustias que padecemos tienen respuesta en nosotros mismos, en que tenemos fuerza para superarlo, creer en vosotros, pues todo es posible. Un abrazo. Gracias Amalia.

Almudena

32 AÑOS

Contar en pocas palabras mi testimonio no es tarea fácil, pero me gustaría trasmitir a otras personas mi experiencia personal de la manera más breve que sea posible, por si algo de lo que pueda escribir pudiera valer para la reflexión y ayudar a otras personas. Después de buscar todos los métodos posibles para aliviar mi sufrimiento emocional, y ante el continuo fracaso, llegué de casualidad a la consulta de Amalia. En un principio descarté esta opción, ya había estado en otros profesionales y tampoco había tenido éxito, pero finalmente me decidí ya que me encontraba en un estado de desesperación total.

 

Llegó el día, al tocar al timbre me temblaba todo mi cuerpo y sentía auténtico pánico… Se abrió la puerta y allí estaba ella… una gran sonrisa y dos besos que hicieron que mi pánico bajara de intensidad. Es difícil, complicado… desnudar tus emociones frente a alguien que no conoces absolutamente de nada pero que por alguna razón llegas hasta allí. Si tengo que ser sincera, iba con un NO rotundo a mi “curación emocional” y bastante cerrada, pero ese primer día se marcó un camino diferente en mi vida. Su sonrisa, su seguridad, su manera de hablar y su acierto en describir con total exactitud qué pasaba dentro de mí me dejó totalmente emocionada y algo desconcertada.

 

Acudí a su consulta por un único motivo: NO QUERIA VIVIR MÁS ASÍ. Perdida, triste, deprimida, oprimida, oscura, llorosa y apagada. Arrastraba un sufrimiento que no me dejaba levantarme de la cama, tan sólo me levantaba para trabajar, comer y alguna salida obligada. El resto del día quería que mi vida se apagase cuanto antes para dejar de sentir lo que sentía. Partiendo de cómo me encontraba, en los primeros meses trató de la manera más tierna y profesional, de que poco a poco saliera de la cama… no había presión para contar nada, tan sólo me bastaba con que ese ratito de la consulta me sintiese algo más aliviada.

 

Fueron pasando los meses, y poco a poco fui descubriendo otro mundo… nada que ver con lo que había vivido hasta el momento. Reconozco que el camino ha sido y está siendo muy duro. Ser consciente que has estado 30 años de tu vida siendo sumisa de los demás y que todas esas personas que parecían estar a tu lado de manera incondicional, desaparecen tan solo porque decides plantarle cara… eso es duro… ¡teniendo en cuenta que era todo el entorno prácticamente! Familia, amigos, conocidos… Me quedaba poco a lo que agarrarme, la verdad…

 

El duelo hay que sudarlo y sufrirlo y eso es doloroso, aunque cuando pasa es una de las sensaciones más sanadoras y gratificantes que puedes sentir. En mi caso, han pasado ya dos años y aunque ya he recuperado las ganas de vivir y levantarme cada día, aún queda que recorrer camino. Ahora me toca ser consciente de lo que tengo y llegar a aceptar todas las secuelas del pasado, ya que algunas de ellas son prácticamente imborrables. Mi vida en estos dos años ha cambiado bastante.

 

He pasado de ser alguien totalmente dependiente de todos, vivir con mis padres, trabajar 12 horas al día, maltratarme de la manera más cruel que podría hacerme a mí misma, tener un millón de amigos, no dormir, no vivir, no comer… A independizarme y vivir sola, ser algo menos dependiente de los demás, trabajar sólo en mi jornada laboral, cuidarme, tener amigos de verdad, dormir por la noche, vivir y comer….. Y sobre todo he aprendido a SONREÍR…. ¡SÍ QUE HA CAMBIADO MI VIDA! Aún sigo cayendo, aun sigo temblando algunas noches… Pero ahora tengo algo que no tenía antes… Ahora tengo ESPERANZA, FUERZA. ¿Mi experiencia con Amalia?…. Podría decir que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Si se quiere, se puede, no es fácil, pero merece la pena intentarlo. ¡GRACIAS POR TODO!

Miguel

38 AÑOS

Me llamo Miguel Ángel, comencé con Amalia hace 1 año, había acudido antes en diferentes ocasiones a otros profesionales y aún así persistían ciertos problemas en mi vida. Así que acudí a ella casi como una última oportunidad a mí mismo, pero a la vez totalmente comprometido con superar esta situación. Al comienzo de la terapia con el EMDR resultó muy novedosa para mi, tanto por la forma de realizarla durante las sesiones mediante movimientos oculares «que curan» como por sus resultados, convirtiéndose pronto en una agradable sorpresa.

 

La sensación que he sentido durante todo este tiempo en el que con ayuda de Amalia he revivido todos mis recuerdos negativos hasta sanarlos, es que mi cerebro que antes me llevaba casi de manera automática a una serie de emociones negativas, como un único camino que se abría ante determinadas circunstancias, poco a poco iba contemplando otras posibilidades, «otros caminos» que ya no me llevaban al miedo, la ansiedad… sino hacia la autoestima, la confianza en mí mismo y sobre todo la sensación de poder con lo que sea. Ha sido un viaje de descubrimiento personal muy positivo en el que he conseguido desterrar de mí, partes negativas que ya pensé que se quedarían para siempre. Os animo a todos a descubrir vuestros «otros caminos».

Samuel

24 AÑOS

Mi nombre es Samuel, tengo 24 años y desde hace 4 meses soy paciente de Amalia. Llegué a consulta con una grave crisis de ansiedad debida a una serie de acontecimientos importantes que habían influido de manera notable en mi vida. Con paciencia y la ayuda de Amalia, poco a poco, día a día, a pesar de algunos bajones semanales, fui superando mi estado de ansiedad con la técnica (EMDR). Es difícil de aceptar o entender como una técnica tan sencilla pero a la vez tan compleja, puede influir en tu cerebro y bloquear o reparar todos los traumas, miedos o dificultades que hayas tenido a lo largo de tu vida. Al principio sentí miedo con la técnica, ahora lo veo algo necesario para ser una persona más segura y completa. No tengas miedo, confía en ti y abre tu mente. ¡Gracias Amalia!

Miriam

36 AÑOS

Cuando conocí a Amalia estaba completamente destrozada, hundida, no era yo. Llevaba años arrastrando una serie de sucesos que habían marcado mi vida y que tenía continuamente en mi cabeza provocándome unos niveles de ansiedad altísimos que desembocaron en un Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC. Este «bicho o demonio», como lo llamo, me dejó sin vida literalmente. Lo que en mi caso provocó que decidiera buscar ayuda fue la muerte de mi abuela, a la que consideraba como una madre para mí, ya no aguantaba más, la ansiedad y el Toc me comían, me sentía desamparada, culpable, inútil.

 

Llamé a varios psicólogos y ninguno me daba cita, hasta que casualidades del destino (o no) vi el teléfono de Amalia en un rótulo que estaban fabricando. Cuando la llamé su voz ya me transmitió cosas, me dijo, después de exponerle por encima mi caso, que no iba a ser fácil y que habría que trabajar duro, pero quién dijo que la vida fuera fácil o que las cosas importantes no cueste conseguirlas, ¿no? (Esto lo pienso ahora, gracias a su ayuda). El primer día que acudí a su consulta lo que percibí fue amabilidad, dulzura y mucha capacidad de empatía.

 

Conforme iba exponiéndole todos mis problemas era como si me conociera de toda la vida. Me facilitó herramientas para controlar mi ansiedad, mi afán de perfeccionismo, mi necesidad de ayudar a los demás y no mirar por mí. Uno de los primeros días me habló de la técnica EMDR que consistía en reprocesar momentos que habían acaecido en mi vida mediante movimientos oculares rápidos que conectaban la parte emocional del cerebro con la racional, que en mi caso, por decirlo con un poco de humor, cada uno iba por su lado, y que estaba dando muy buenos resultados en pacientes con TOC.

 

Me facilitó toda la documentación necesaria para que entendiera en qué consistía y se aseguró en todo momento de que comprendía lo que me explicaba y cuál era su fin. Todavía sigo en terapia intentando liberarme de este TOC del que espero pronto volver a escribir para contar que se esfumó, pero quiero relatar mi experiencia con esta técnica en dos hechos que me han tocado vivir y que me trastornaban y no conseguía superar, uno era un accidente de autobús que sufrí y en el que murieron dos personas y el otro el duelo por la muerte de mi abuela. No puedo decir otra cosa nada más que lo increíble que es esta técnica, como partiendo de un recuerdo y con el simple movimiento de mis ojos era capaz de revivir momentos que habían ocurrido en mi vida como si estuvieran pasando en ese mismo instante.

 

También tengo que decir que no es agradable porque estas reviviendo cosas que te hieren pero los resultados son visibles en poco tiempo. En el caso del accidente volví a sentir cada momento de aquel desastre, sintiendo dolores de golpes que no recordaba pero que sí eran visibles en mi cuerpo, olores, sensación de culpabilidad. Durante los días siguientes a las sesiones tu cerebro sigue mostrándote cosas, emociones y durante un corto periodo de tiempo sentí lo mismo que cuando ocurrió el accidente pero es algo normal porque estás limpiando, sacando todo aquello de tu cabeza que te hace daño.

 

Conforme pasaban las sesiones y con la ayuda de Amalia me fui dando cuenta que todo aquello ya pasó, que los recuerdos permanecen pero que ya no duelen de la misma manera ni me acompañan cada día. Antes era incapaz de ver un autobús y no acordarme de todo aquello, a día de hoy prácticamente no me doy cuenta de si pasa alguno. En el caso de la muerte de mi abuela los pasos a seguir eran los mismos, percibía la enfermedad y la muerte de mi abuela como si estuvieran ocurriendo en ese mismo instante, a pesar de haber pasado ya muchos meses.

 

El dolor por su muerte era inmenso, pero a lo largo de las sesiones pasé del dolor a dar gracias y sentirme afortunada por haberla tenido a mi lado, a atesorar con mayor ansia sus buenos recuerdos y aprender a convivir con que ya no está. Con el EMDR sacas todo lo malo que llevas dentro y aprendes que son cosas que están ahí, que te han ocurrido, que las llevamos dentro y que hay que verlas del mejor modo para que no nos hieran. Mis niveles de ansiedad bajaron rápidamente y aunque sigo mi lucha contra mi «bicho» particular tengo que decir que también he mejorado muchísimo con el EMDR, esta técnica que a priori parece algo increíble y lo que son increíbles son sus resultados. Muchas gracias por todo Amalia.

Vanesa

37 AÑOS

Hace unos años me encontré mal. Tenía apatía, había perdido ilusión y mi sensación era la de levantarme porque me tenía que levantar, ir a trabajar porque tenía que trabajar y así con todo el día a día. Mi familia me aconsejó ir a un psicólogo y mi hermana en concreto me habló de una psicóloga que ella conocía. Yo quería estar bien y mi intención era poner todo de mi parte. Para mí, la experiencia fue muy buena, fui a la consulta durante unos seis meses en sesiones de una hora, una o dos veces por semana, según me encontrara.

 

La psicóloga que me trató me enseñó a descubrir el o los motivos de mi estado y a través de algunos ejercicios y sus consejos aprendí a valorarme como persona y reforzarme anímicamente. Además me enseñó a saber analizar el por qué de los diferentes estados que podemos tener (tristeza, alegría, enfado) y así darle su importancia justa y poder afrontarlo. Me alegro mucho de haber buscado ese tipo de ayuda en su día.

Natalia

30 AÑOS

Conocí a Amalia cuando, por diversos motivos, tuve que mudarme a Badajoz. Dejé atrás mi familia, mis amigos; mi “zona de confort”. La ciudad entonces me pareció horrible, enorme. Me sentía sola, perdida, inmensamente triste… Y me daban crisis de ansiedad muy frecuentes y fuertes (la ansiedad, igual que otros problemas, los traía conmigo de hacía años…). Llegué a un punto en el que no podía salir sola de casa, ni estar en espacios con mucha gente; ni siquiera podía hacer la compra.

 

Desde mi adolescencia, he acudido a varios profesionales de psicología y, muy a mi pesar, nunca me sentí entendida ni ayudada. Pero decidí intentarlo… Busqué en internet “psicólogos en Badajoz”; había una larga lista. Me decanté por el anuncio más sencillo. Al llamarla, sólo con su tono y forma de hablar, ya me sentí mejor. Llegué a su consulta… preciosa, luminosa, muy acogedora; con un olor especial que siempre está ahí. Nada de muebles oscuros llenos de libros antiguos, ni mesa de despacho tipo “abogado”. Empecé a sentirme más relajada.

 

Hablé… Lloré… Y sentí una conexión especial con ella; sentí que me comprendía, que sufría conmigo y quería ayudarme. Los primeros meses fue mi terapeuta, pero la consideré también la única amiga que tenía en Badajoz; aquella a quien recurrir cuando necesitas hablar y estás sola, o no quieres contarlo. Siempre ha sido fácil contar con ella. De esto hace dos años; a día de hoy, sigo yendo a temporadas, siempre que lo necesito.

 

He superado muchísimos problemas que me surgieron aquí, otros que ya arrastraba y conocía y otros de los que ni siquiera era consciente, y también me afectaban de forma negativa… Me relaciono sin ningún tipo de problema con la gente, incluso he hecho algunas buenas amistades; salgo a la calle a diario, aunque no tenga nada que hacer; hago la compra cada semana, tranquilamente; incluso, salgo de bares (impensable hace meses). Me he liberado de miedos y cadenas que me impedían hacer una vida normal. He aprendido a aceptarme y quererme, tal como soy. A dedicarme tiempo.

 

Las crisis de ansiedad fueron disminuyendo hasta casi ser algo puntual; además, ahora cuento con herramientas de las que antes no disponía para enfrentarme a ellas. Pero, lo más importante para mí: he aprendido a quererme, y he crecido muchísimo a nivel personal. Para que una terapia funcione hace falta un buen psicólogo y un paciente con disposición; yo tenía esa disposición, y conocer a Amalia es de las cosas más importantes que me han pasado.

 

Porque lo que muchos no entienden, lo que no he querido contar a mi familia por no preocuparles, los demonios contra los que lucho (aunque sean imaginarios)… todo eso, lo he compartido con ella. Siempre me ha tratado con gran profesionalidad, pero sobre todo HUMANIDAD. Y si no fuera por su ayuda, no sé cómo estaría ahora. ¿Mi experiencia en su consulta? La mejor llamada que he podido hacer en mi GRACIAS

Manuel

40 AÑOS

He de decir que cuando llegué por primera vez a consulta, lo hice sintiéndome y estando muy mal física y psicológicamente. Me encontraba con escasa masa muscular en mi punto débil (dorso), y mentalmente tenía la sesera llena de objetos todos ellos desordenados, aparte de padecer ya un claro problema de dependencia emocional. Era una persona triste, deprimida, cabizbaja, insegura, inestable, desequilibrada, además de algún que otro calificativo negativo más.

 

Las sesiones con mi querida psicóloga, quedándome un poquito de camino por recorrer con respecto a la dependencia antes indicada, me han supuesto un crecimiento personal impresionante. He aprendido que lo más preciado para uno es su dignidad, y que ésta hay que mantenerla intacta siempre, pues con ella consigues respeto, valor y responsabilidad. Que lo más importante eres tú, y cualquier situación que tengas que afrontar, por muy dura que sea, si quieres puedes. Que no controlarás lo que hagan los demás, tampoco te hace falta, pero si lo que tú haces. Tú eres el que decides en tu vida, asumiendo tus errores y enorgulleciéndote de aciertos y logros.

 

Ir a terapia hace que te conozcas a ti mismo. En mi caso, lo emocional que soy y, por ello, muy sufridor, siendo infinitas las ocasiones en las que no ha habido conexión de ésta con la razón (mal asunto). He conseguido armas para manejarme en relaciones interpersonales que antes me daban pánico, viéndome como un chico más asertivo y no tan sumiso. Además, tengo marcados lo valores que considero necesarios en todo ser humano, y aunque me haya supuesto lagrimas y dolor, ahora detecto la negatividad apartándola rápidamente de mí. En la consulta he aprendido a que no hay que encerrarse sino hacer cosas (amigos, cine, deporte….), y que hay fuera, lo que veo cada día tras mi ventana, es bonito y merece la pena vivirlo. Que las pequeñas cosas son las que te dan felicidad, y la vida es eso “momentos de felicidad que hay que saborear”.

 

Me dejaré datos en el tintero puesto que, como dije al inicio, el crecimiento y la evolución ha sido ascendente en todos los sentidos, pero si quiero destacar sobremanera que hoy día me siento una persona “segura”. Por último, lo más importante, valioso que me ha supuesto ir a consulta terapéutica, por encima de cualquier objetivo, es la “AMISTAD” con mi terapeuta Amalia (única y especial).

Alberto

30 AÑOS

Quería describir mi experiencia en consulta como algo que cambió mi vida. Aprendí a conocerme, a afrontar las dificultades con valor, esperanza y espíritu de superación, me di cuenta que era más capaz y fuerte de lo que pensaba, que nada está perdido, que siempre hay oportunidades para salir adelante y ser feliz. Con fe y voluntad todo es posible. Yo descubrí un nuevo mundo lleno de oportunidades, de ilusión. Y a todo ello contribuyeron también los talleres y terapias en grupo, tan positivas y enriquecedoras, me hicieron sentirme a gusto, comprendido y arropado. Para terminar quisiera mandar un mensaje de esperanza, pues esas dudas y angustias que padecemos tienen respuesta en nosotros mismos, en que tenemos fuerza para superarlo, creer en vosotros, pues todo es posible. Un abrazo. Gracias Amalia.

Almudena

32 AÑOS

Contar en pocas palabras mi testimonio no es tarea fácil, pero me gustaría trasmitir a otras personas mi experiencia personal de la manera más breve que sea posible, por si algo de lo que pueda escribir pudiera valer para la reflexión y ayudar a otras personas. Después de buscar todos los métodos posibles para aliviar mi sufrimiento emocional, y ante el continuo fracaso, llegué de casualidad a la consulta de Amalia. En un principio descarté esta opción, ya había estado en otros profesionales y tampoco había tenido éxito, pero finalmente me decidí ya que me encontraba en un estado de desesperación total.

 

Llegó el día, al tocar al timbre me temblaba todo mi cuerpo y sentía auténtico pánico… Se abrió la puerta y allí estaba ella… una gran sonrisa y dos besos que hicieron que mi pánico bajara de intensidad. Es difícil, complicado… desnudar tus emociones frente a alguien que no conoces absolutamente de nada pero que por alguna razón llegas hasta allí. Si tengo que ser sincera, iba con un NO rotundo a mi “curación emocional” y bastante cerrada, pero ese primer día se marcó un camino diferente en mi vida. Su sonrisa, su seguridad, su manera de hablar y su acierto en describir con total exactitud qué pasaba dentro de mí me dejó totalmente emocionada y algo desconcertada.

 

Acudí a su consulta por un único motivo: NO QUERIA VIVIR MÁS ASÍ. Perdida, triste, deprimida, oprimida, oscura, llorosa y apagada. Arrastraba un sufrimiento que no me dejaba levantarme de la cama, tan sólo me levantaba para trabajar, comer y alguna salida obligada. El resto del día quería que mi vida se apagase cuanto antes para dejar de sentir lo que sentía. Partiendo de cómo me encontraba, en los primeros meses trató de la manera más tierna y profesional, de que poco a poco saliera de la cama… no había presión para contar nada, tan sólo me bastaba con que ese ratito de la consulta me sintiese algo más aliviada.

 

Fueron pasando los meses, y poco a poco fui descubriendo otro mundo… nada que ver con lo que había vivido hasta el momento. Reconozco que el camino ha sido y está siendo muy duro. Ser consciente que has estado 30 años de tu vida siendo sumisa de los demás y que todas esas personas que parecían estar a tu lado de manera incondicional, desaparecen tan solo porque decides plantarle cara… eso es duro… ¡teniendo en cuenta que era todo el entorno prácticamente! Familia, amigos, conocidos… Me quedaba poco a lo que agarrarme, la verdad…

 

El duelo hay que sudarlo y sufrirlo y eso es doloroso, aunque cuando pasa es una de las sensaciones más sanadoras y gratificantes que puedes sentir. En mi caso, han pasado ya dos años y aunque ya he recuperado las ganas de vivir y levantarme cada día, aún queda que recorrer camino. Ahora me toca ser consciente de lo que tengo y llegar a aceptar todas las secuelas del pasado, ya que algunas de ellas son prácticamente imborrables. Mi vida en estos dos años ha cambiado bastante.

 

He pasado de ser alguien totalmente dependiente de todos, vivir con mis padres, trabajar 12 horas al día, maltratarme de la manera más cruel que podría hacerme a mí misma, tener un millón de amigos, no dormir, no vivir, no comer… A independizarme y vivir sola, ser algo menos dependiente de los demás, trabajar sólo en mi jornada laboral, cuidarme, tener amigos de verdad, dormir por la noche, vivir y comer….. Y sobre todo he aprendido a SONREÍR…. ¡SÍ QUE HA CAMBIADO MI VIDA! Aún sigo cayendo, aun sigo temblando algunas noches… Pero ahora tengo algo que no tenía antes… Ahora tengo ESPERANZA, FUERZA. ¿Mi experiencia con Amalia?…. Podría decir que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Si se quiere, se puede, no es fácil, pero merece la pena intentarlo. ¡GRACIAS POR TODO!

Miguel

38 AÑOS

Me llamo Miguel Ángel, comencé con Amalia hace 1 año, había acudido antes en diferentes ocasiones a otros profesionales y aún así persistían ciertos problemas en mi vida. Así que acudí a ella casi como una última oportunidad a mí mismo, pero a la vez totalmente comprometido con superar esta situación. Al comienzo de la terapia con el EMDR resultó muy novedosa para mi, tanto por la forma de realizarla durante las sesiones mediante movimientos oculares «que curan» como por sus resultados, convirtiéndose pronto en una agradable sorpresa.

 

La sensación que he sentido durante todo este tiempo en el que con ayuda de Amalia he revivido todos mis recuerdos negativos hasta sanarlos, es que mi cerebro que antes me llevaba casi de manera automática a una serie de emociones negativas, como un único camino que se abría ante determinadas circunstancias, poco a poco iba contemplando otras posibilidades, «otros caminos» que ya no me llevaban al miedo, la ansiedad… sino hacia la autoestima, la confianza en mí mismo y sobre todo la sensación de poder con lo que sea. Ha sido un viaje de descubrimiento personal muy positivo en el que he conseguido desterrar de mí, partes negativas que ya pensé que se quedarían para siempre. Os animo a todos a descubrir vuestros «otros caminos».

Samuel

24 AÑOS

Mi nombre es Samuel, tengo 24 años y desde hace 4 meses soy paciente de Amalia. Llegué a consulta con una grave crisis de ansiedad debida a una serie de acontecimientos importantes que habían influido de manera notable en mi vida. Con paciencia y la ayuda de Amalia, poco a poco, día a día, a pesar de algunos bajones semanales, fui superando mi estado de ansiedad con la técnica (EMDR). Es difícil de aceptar o entender como una técnica tan sencilla pero a la vez tan compleja, puede influir en tu cerebro y bloquear o reparar todos los traumas, miedos o dificultades que hayas tenido a lo largo de tu vida. Al principio sentí miedo con la técnica, ahora lo veo algo necesario para ser una persona más segura y completa. No tengas miedo, confía en ti y abre tu mente. ¡Gracias Amalia!

Miriam

36 AÑOS

Cuando conocí a Amalia estaba completamente destrozada, hundida, no era yo. Llevaba años arrastrando una serie de sucesos que habían marcado mi vida y que tenía continuamente en mi cabeza provocándome unos niveles de ansiedad altísimos que desembocaron en un Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC. Este «bicho o demonio», como lo llamo, me dejó sin vida literalmente. Lo que en mi caso provocó que decidiera buscar ayuda fue la muerte de mi abuela, a la que consideraba como una madre para mí, ya no aguantaba más, la ansiedad y el Toc me comían, me sentía desamparada, culpable, inútil.

 

Llamé a varios psicólogos y ninguno me daba cita, hasta que casualidades del destino (o no) vi el teléfono de Amalia en un rótulo que estaban fabricando. Cuando la llamé su voz ya me transmitió cosas, me dijo, después de exponerle por encima mi caso, que no iba a ser fácil y que habría que trabajar duro, pero quién dijo que la vida fuera fácil o que las cosas importantes no cueste conseguirlas, ¿no? (Esto lo pienso ahora, gracias a su ayuda). El primer día que acudí a su consulta lo que percibí fue amabilidad, dulzura y mucha capacidad de empatía.

 

Conforme iba exponiéndole todos mis problemas era como si me conociera de toda la vida. Me facilitó herramientas para controlar mi ansiedad, mi afán de perfeccionismo, mi necesidad de ayudar a los demás y no mirar por mí. Uno de los primeros días me habló de la técnica EMDR que consistía en reprocesar momentos que habían acaecido en mi vida mediante movimientos oculares rápidos que conectaban la parte emocional del cerebro con la racional, que en mi caso, por decirlo con un poco de humor, cada uno iba por su lado, y que estaba dando muy buenos resultados en pacientes con TOC.

 

Me facilitó toda la documentación necesaria para que entendiera en qué consistía y se aseguró en todo momento de que comprendía lo que me explicaba y cuál era su fin. Todavía sigo en terapia intentando liberarme de este TOC del que espero pronto volver a escribir para contar que se esfumó, pero quiero relatar mi experiencia con esta técnica en dos hechos que me han tocado vivir y que me trastornaban y no conseguía superar, uno era un accidente de autobús que sufrí y en el que murieron dos personas y el otro el duelo por la muerte de mi abuela. No puedo decir otra cosa nada más que lo increíble que es esta técnica, como partiendo de un recuerdo y con el simple movimiento de mis ojos era capaz de revivir momentos que habían ocurrido en mi vida como si estuvieran pasando en ese mismo instante.

 

También tengo que decir que no es agradable porque estas reviviendo cosas que te hieren pero los resultados son visibles en poco tiempo. En el caso del accidente volví a sentir cada momento de aquel desastre, sintiendo dolores de golpes que no recordaba pero que sí eran visibles en mi cuerpo, olores, sensación de culpabilidad. Durante los días siguientes a las sesiones tu cerebro sigue mostrándote cosas, emociones y durante un corto periodo de tiempo sentí lo mismo que cuando ocurrió el accidente pero es algo normal porque estás limpiando, sacando todo aquello de tu cabeza que te hace daño.

 

Conforme pasaban las sesiones y con la ayuda de Amalia me fui dando cuenta que todo aquello ya pasó, que los recuerdos permanecen pero que ya no duelen de la misma manera ni me acompañan cada día. Antes era incapaz de ver un autobús y no acordarme de todo aquello, a día de hoy prácticamente no me doy cuenta de si pasa alguno. En el caso de la muerte de mi abuela los pasos a seguir eran los mismos, percibía la enfermedad y la muerte de mi abuela como si estuvieran ocurriendo en ese mismo instante, a pesar de haber pasado ya muchos meses.

 

El dolor por su muerte era inmenso, pero a lo largo de las sesiones pasé del dolor a dar gracias y sentirme afortunada por haberla tenido a mi lado, a atesorar con mayor ansia sus buenos recuerdos y aprender a convivir con que ya no está. Con el EMDR sacas todo lo malo que llevas dentro y aprendes que son cosas que están ahí, que te han ocurrido, que las llevamos dentro y que hay que verlas del mejor modo para que no nos hieran. Mis niveles de ansiedad bajaron rápidamente y aunque sigo mi lucha contra mi «bicho» particular tengo que decir que también he mejorado muchísimo con el EMDR, esta técnica que a priori parece algo increíble y lo que son increíbles son sus resultados. Muchas gracias por todo Amalia.