Contar en pocas palabras mi testimonio no es tarea fácil, pero me gustaría trasmitir a otras personas mi experiencia personal de la manera más breve que sea posible, por si algo de lo que pueda escribir pudiera valer para la reflexión y ayudar a otras personas. Después de buscar todos los métodos posibles para aliviar mi sufrimiento emocional, y ante el continuo fracaso, llegué de casualidad a la consulta de Amalia. En un principio descarté esta opción, ya había estado en otros profesionales y tampoco había tenido éxito, pero finalmente me decidí ya que me encontraba en un estado de desesperación total.
Llegó el día, al tocar al timbre me temblaba todo mi cuerpo y sentía auténtico pánico… Se abrió la puerta y allí estaba ella… una gran sonrisa y dos besos que hicieron que mi pánico bajara de intensidad. Es difícil, complicado… desnudar tus emociones frente a alguien que no conoces absolutamente de nada pero que por alguna razón llegas hasta allí. Si tengo que ser sincera, iba con un NO rotundo a mi “curación emocional” y bastante cerrada, pero ese primer día se marcó un camino diferente en mi vida. Su sonrisa, su seguridad, su manera de hablar y su acierto en describir con total exactitud qué pasaba dentro de mí me dejó totalmente emocionada y algo desconcertada.
Acudí a su consulta por un único motivo: NO QUERIA VIVIR MÁS ASÍ. Perdida, triste, deprimida, oprimida, oscura, llorosa y apagada. Arrastraba un sufrimiento que no me dejaba levantarme de la cama, tan sólo me levantaba para trabajar, comer y alguna salida obligada. El resto del día quería que mi vida se apagase cuanto antes para dejar de sentir lo que sentía. Partiendo de cómo me encontraba, en los primeros meses trató de la manera más tierna y profesional, de que poco a poco saliera de la cama… no había presión para contar nada, tan sólo me bastaba con que ese ratito de la consulta me sintiese algo más aliviada.
Fueron pasando los meses, y poco a poco fui descubriendo otro mundo… nada que ver con lo que había vivido hasta el momento. Reconozco que el camino ha sido y está siendo muy duro. Ser consciente que has estado 30 años de tu vida siendo sumisa de los demás y que todas esas personas que parecían estar a tu lado de manera incondicional, desaparecen tan solo porque decides plantarle cara… eso es duro… ¡teniendo en cuenta que era todo el entorno prácticamente! Familia, amigos, conocidos… Me quedaba poco a lo que agarrarme, la verdad…
El duelo hay que sudarlo y sufrirlo y eso es doloroso, aunque cuando pasa es una de las sensaciones más sanadoras y gratificantes que puedes sentir. En mi caso, han pasado ya dos años y aunque ya he recuperado las ganas de vivir y levantarme cada día, aún queda que recorrer camino. Ahora me toca ser consciente de lo que tengo y llegar a aceptar todas las secuelas del pasado, ya que algunas de ellas son prácticamente imborrables. Mi vida en estos dos años ha cambiado bastante.
He pasado de ser alguien totalmente dependiente de todos, vivir con mis padres, trabajar 12 horas al día, maltratarme de la manera más cruel que podría hacerme a mí misma, tener un millón de amigos, no dormir, no vivir, no comer… A independizarme y vivir sola, ser algo menos dependiente de los demás, trabajar sólo en mi jornada laboral, cuidarme, tener amigos de verdad, dormir por la noche, vivir y comer….. Y sobre todo he aprendido a SONREÍR…. ¡SÍ QUE HA CAMBIADO MI VIDA! Aún sigo cayendo, aun sigo temblando algunas noches… Pero ahora tengo algo que no tenía antes… Ahora tengo ESPERANZA, FUERZA. ¿Mi experiencia con Amalia?…. Podría decir que ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Si se quiere, se puede, no es fácil, pero merece la pena intentarlo. ¡GRACIAS POR TODO!